
Jacinto Robles Salazar.
Pensando siempre en la UAS y su función educativa, existen compromisos que no terminan con la jubilación. Hay vínculos que no se rompen con el tiempo, porque forman parte de lo que somos y de lo que hemos construido. Así ocurre con quienes entregaron su vida a la Universidad Autónoma de Sinaloa. Durante décadas, miles de trabajadoras y trabajadores académicos, administrativos, sindicalistas todos, dedicaron lo mejor de sí para consolidar a la UAS como una institución sólida, incluyente y cercana al pueblo sinaloense. Esa huella no se borra con la edad, ni con un documento de retiro; permanece viva en cada egresado, en cada generación formada y en cada espacio conquistado para la educación pública.
Hoy, cuando la UAS enfrenta retos estructurales, financieros y laborales que amenazan su estabilidad, esos hombres y mujeres que alguna vez fueron el motor de la universidad han decidido dar un paso al frente. Lo hacen con un profundo sentido de pertenencia, con amor a su Alma Máter y con la convicción de que todavía tienen mucho que aportar. Así surge la Comunidad del Jubilado Universitario A.C., una organización que representa no solo la voz de la experiencia, sino también la voluntad de construir soluciones en tiempos de incertidumbre.

El nacimiento de esta comunidad no ocurre en el vacío. A nivel nacional, las universidades públicas atraviesan momentos difíciles: insuficiencia presupuestal, presiones en los sistemas de pensiones, retos en la cobertura y exigencias crecientes en materia de calidad. El reciente Congreso Nacional de la Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (CONTU) lo dejó claro: sin reformas profundas en el financiamiento y en los esquemas de seguridad social, la educación superior seguirá siendo vulnerable. Frente a ese panorama, en Sinaloa se está gestando una alternativa distinta, basada en la unidad y el diálogo.
La Comunidad del Jubilado Universitario A.C. nace con una agenda clara y con principios firmes. Su posicionamiento deja en evidencia un compromiso histórico: defender la jubilación dinámica como derecho legítimamente conquistado, luchar por la seguridad social del sector, impulsar esquemas de apoyo colegiado y transparentes, y abrir nuevos espacios para la cultura, el deporte y la capacitación. Se trata de una plataforma amplia que no se limita a señalar problemas, sino que se propone generar soluciones reales, solidarias y sostenibles.
Uno de los aportes más significativos de esta comunidad es la manera en que reivindica la pertenencia universitaria. Para ellos, jubilarse significa retirarse de la vida laboral, pero nunca del corazón, ni de la identidad universitaria. Esa convicción es la que hoy los lleva a levantar la voz, a dejar atrás la pasividad y a convertirse en actores activos de los cambios que necesita la institución. Su mensaje es poderoso: se puede seguir sirviendo a la universidad desde la experiencia, desde la memoria y desde el compromiso colectivo.
En un momento en que la universidad trabaja en un proceso de reingeniería administrativa y financiera bajo el liderazgo del rector Dr. Jesús Madueña Molina, el papel de los jubilados cobra una relevancia estratégica. No solo porque conocen la historia de la UAS y las luchas que permitieron conquistar derechos, sino porque tienen la capacidad de recordar, con autoridad moral, que la educación pública se defiende con unidad y no con confrontación. Su participación en este gran pacto universitario es, por lo tanto, una garantía de que la construcción de acuerdos se hará con memoria, pero también con visión de futuro.
La lección que dejan es clara: la universidad no puede avanzar fragmentada. Los jubilados universitarios lo saben bien, porque fueron testigos de épocas en que las divisiones internas pusieron en riesgo logros fundamentales. Hoy, su apuesta es diferente: tender puentes entre generaciones, ser empáticos con las y los jóvenes que aspiran a gozar de los mismos derechos, y aportar su experiencia para que los errores del pasado no se repitan. El caso del fideicomiso de jubilación dinámica, mal administrado en su momento, es una herida aún presente, pero también una enseñanza que ellos mismos se encargan de convertir en oportunidad.
La importancia de este surgimiento radica en que la universidad no solo se construye con aulas y estudiantes, sino también con la memoria viva de quienes dieron todo por ella. La Comunidad del Jubilado Universitario A.C. es, en ese sentido, un acto de gratitud y de responsabilidad histórica: gratitud hacia la institución que les permitió desarrollarse, y responsabilidad con las nuevas generaciones que esperan encontrar en la UAS la misma oportunidad de transformación que ellos tuvieron.
Porque proteger a la UAS es defender el derecho a soñar de miles de familias sinaloenses. Es cuidar el proyecto de vida de jóvenes que ven en la universidad pública no solo una carrera, sino la posibilidad de un futuro distinto. Es honrar el esfuerzo de trabajadores que nunca se jubilan del corazón y que hoy vuelven a decir presente.
El llamado de la Comunidad del Jubilado Universitario A.C. no es solo a defender derechos, sino a construir un futuro compartido. A organizarse con madurez, a abrir espacios de diálogo y a recordar que el interés colectivo debe estar por encima de cualquier interés individual. El nacimiento de esta comunidad es el inicio de una nueva etapa. Una etapa de responsabilidad compartida, de acuerdos firmes y de visión institucional. Un recordatorio de que la lucha universitaria no se jubila nunca.